Amanecer en Siam es distinto.

Supongamos una noche cualquiera de suspiros enajenados. El fin no existe. No es, no acontece, no nada. El fin es el horizonte, inmóvil, inquieto.

Surco mi camino, inexpugnable, amalgamado en una nube de tierra, que me envuelve. La nube me envuelve, loco. La nube me envuelve loco.

Una locura que se dice, expectante, de un solo anhelo. Mórbido deseo de estar junto a vos, echados de lado, mis manos que te envuelven. Mis manos te envuelven, loca.

Ojos cerrados disfrutan la armonía del silencio. Sumidos en un trance que parece eterno, que se espera eterno, permanecemos hasta que el tiempo maldito ose despertarnos.

Y al despegar mis párpados veo tu figura, tu silueta, plasmada en mi retina, reflejada en mis pupilas. Y sonrío.

Amanecer en Siam es distinto. Amanecer en Siam es hermoso.

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