Cantando, saltando, la cosa se fue forjando...

Corría el año '98...

(ehm...

¿digo bien?

¿"corría"?

¿a quién?)

 

...bueno, da igual; el caso es que corría el año '98 y aprestábamosnos a iniciar nuestras aventuras.

Sabe Ud. bien, querido lector, que la diagramación de un viaje es tanto más compleja cuanta más gente se disponga a partir. Esta no fue la excepción y organizar las cosas nos llevó algó más que dos meses y varias reuniones. Vale decir que estas reuniones eran buena excusa para prepararse un doasa y gozar de la pileta climatizada que los Manteca tenían por aquel entonces. Más de 10 convocados había para la ocasión, casi diría que 15, pero finalmente fuimos 11 los asistentes. Unos desertaron respondiendo al impedimento impuesto por sus respectivos padres, quienes no contentos con los malos desempeños académicos de sus hijos decidieron aplicarles una suerte de penitencia. Otros desecharon la posibilidad amparándose en motivos laborales. Y el resto de los ausentes acusó enfermedad. El caso es que finalmente fuimos 11 afortunados.

Previo a la partida encontrábame yo en Bariloche pasando las fiestas con mi familia. Asi fue que el 1 de enero de 1998 tomé un micro a Esquel y de ahí otro a Puerto Madryn. Luego de una larga noche de viaje de Esquel a Madryn, y de 9 hs de espera en esta última ciudad vi arribar a la terminal el tan ansiado móvil de El Pingüino. Esas 9 horas de espera me valieron el inicio de un vicio asqueroso que aún hoy sufro: cigarrillo. Y claro, 9 hs al pedo estuve ahí. Me compré un paquete de 10 de Malboro. Habré fumado uno...quizás dos, pero esto marcó el hito de mi comienzo fumístico para el resto del viaje y de mi vida hasta el día de la fecha.

El caso es que subí al micro y me uní a mis compadres en la ruta del sur. Una noche más transcurrió antes de llegar a Río Gallegos, previa escala en Comodoro Rivadavia donde devoramos unos sandwiches de pebete. Ya en Río Gallegos esperamos alrededor de 2 hs para emprender viaje a El Calafate. Arribados a destino debatimos la posibilidad de seguir viaje al Parque Nacional Perito Moreno o pasar la noche en El Calafate. La gran mayoría, sino todos, votamos seguir viaje, no contentos con ya llevar alrededor de 50 hs con el culo pegado a diferentes asientos. Hora y algo después llegamos a nuestro destino final: un camping cuyo nombre no recuerdo, a orillas del Lago Argentino, dentro del Parque Nacional.

Aquí comenzarían nuestras aventuras. Aquí nacería El Comando. Aquí se diagramarían las misiones.

Las reminiscencias acerca de nuestra estadía quedarán para otra vez, o quizás para nosotros mismos, pero puedo invitarlo a que se de una vuelta por acá para aprender un poco más.

Obvio, volvimos en avión, che.

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